Cuando Eduardo Salazar Dávila dio sus primeros pasos como cardiólogo hace 53 años, recuerda que “no se operaba el corazón”. En la actualidad, dice, se hacen múltiples intervenciones quirúrgicas que antes eran impensables que pudieran tener éxito como los trasplantes de corazón o el reemplazo de válvulas deterioradas que ahora son “cosas de todos los días”.
El cardiólogo, recientemente homenajeado por su destacada trayectoria profesional, y quien también ha recibido alrededor de 60 reconocimientos otorgados por diversas agrupaciones médicas nacionales e internacionales, instituciones gubernamentales y académicas, narra sus inicios como residente en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, de la Secretaría de Salud.
Recuerda que en ese tiempo se empezaban a realizar las primeras operaciones sobre el conducto arterial, que es una afección en la cual el vaso sanguíneo no logra cerrarse normalmente en un bebé, por lo que el cirujano abre y cierra el conducto para que pueda circular bien la sangre al corazón y los pulmones. “A mí me tocó realizar los primeros procedimientos de reanimación cardiopulmonar. Me acuerdo de un señor que se le paró el corazón tres veces y lo reanimamos. Se salvó de morir”.
Forjador de las nuevas generaciones de cardiólogos que egresan del Instituto Nacional de Cardiología (INC), lugar donde ha laborado desde hace más de cinco décadas, Eduardo Salazar asegura que un médico jamás deja de estudiar, termina la carrera y sigue aprendiendo.
A su mente llega la frase que su maestro, el doctor Ignacio Chávez, fundador del INC y ex rector de la UNAM, le decía cuando fue su alumno: “Hay que prepararse mucho y enseñar lo que sabes, porque el que no enseña corre el riesgo de que se le pudra lo que sabe”.
Franco en su hablar, el cardiólogo quien en este año cumplirá 50 como maestro de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios, confiesa: “A mis 53 años de recibido como médico sigo aprendiendo de las nuevas cosas que hay; a veces da gusto que podemos participar en la generación de nuevas técnicas, de nuevos procedimientos quirúrgicos o de nuevos tratamientos. No solamente aprendemos de los demás, sino los demás por buena fortuna aprenden algo del Instituto Nacional de Cardiología”.
Entrevistado en su consultorio privado, Eduardo Salazar muestra dos cuadros fotográficos que son valiosos para él, en uno está su esposa con sus cuatros hijos pequeños, que actualmente, aclara: “Son todos unos adultos que le han dado 10 nietos”. En otro, está su esposa, vestida de novia, abrazando a la mamá de él, quien ya falleció. El médico orgulloso dice que lleva 47 años de casado.
El especialista afirma que la cardiología en México, en ciertas instituciones como donde él trabaja o en algunos hospitales del IMSS y del ISSSTE, está tan avanzada al igual que en otros países desarrollados.
Por ello, sostiene, los cardiólogos de aquí no le piden nada a los que hay en Estados Unidos, aunque lamenta que hay todavía mucha gente que tiene la impresión de que por pagar en dólares resultan mejores tratamientos y eso no es cierto. “En lo que probablemente no estamos tan adelantados es en el trasplante de corazón, pero no por problemas técnicos, sino por problemas de la escasez de este órgano”, reconoce.
Desde su experiencia, en México se pueden hacer los trasplantes de corazón que sean necesarios siempre y cuando se consiga este órgano y los financiamientos para la operación.
¿De qué se enferma el corazón de los mexicanos?
Cuando yo empecé con esto había una gran prevalencia de fiebre reumática que afecta las válvulas del corazón con mucha frecuencia. Había muchas cardiopatías reumáticas, pero gracias a la prevención, prácticamente ya no hay casos, lo que nos quedan son algunos remanentes de aquellos males que había en el pasado.
Lo que ahora ha aumentado —asegura— son casos de enfermedades coronarias, sobre todo en gente que vive en ciudades y no tanto en campo, debido a tres factores de riesgo: mala alimentación que conduce a un aumento de colesterol en la sangre, causa principal para que se tapen las arterias; por la presión y angustia a la que estamos sujetos los que vivimos en ciudades como ésta y por el mal hábito de fumar.
Esos son —desde su consideración— los tres factores principales para que se produzca la enfermedad arteria coronaria, que a larga conduce un infarto al miocardio por arteroesclerosis. Lo grave, alerta, es que la frecuencia de elevación de colesterol se asocia con diabetes y obesidad, y por mala fortuna, en México hay muchos casos.
Miembro de diversas organizaciones médicas como el Colegio de Cardiología de Estados Unidos y de la Sociedad Mexicana de Cardiología, recomienda a los jóvenes cardiólogos seguir estudiando y adquiriendo nuevos conocimientos que van a ayudar a la gente.
Pero lo más importante, les pide que aprendan a ver a sus pacientes como seres humanos que necesitan de sus servicios. “No te están haciendo ningún favor con verte, sino tú les estás haciendo un favor con curarlos”, les aclara.
A la gente, como cardiólogo, yo le recomendaría para que no haya enfermedades coronarias, una dieta adecuada para no estar obesos, hacer ejercicio y no fumar. “Con eso se cuida el corazón, no es que vaya a quedar inmune este órgano y nunca le vaya a pasar algo, pero las probabilidades son mucho menos de tener una enfermedad del corazón”, concluye el médico.
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